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sábado, 3 de septiembre de 2011

SOBRE EL DOLOR HUMANO

Hoy me levanté por la mañana con la idea de revisar mis correos y de repente apareció el dolor... ¡Que sensación terrible!... me dió ganas de emitir una lágrima, de arrancarlo de mi pecho y le pregunté a Dios ¿Por qué a mí?...
Sin embargo, creo que debo reflexionar sobre esta sensación y escribir algo al respecto. El dolor que tengo en este momento es de angustía, de pérdida, de depresión, de impotencia, de necesidad. Mi dolor no se traduce en sólo un signo o síntoma que se pueda definir como siempre lo hago con mis pacientes. En mi práctica médica diaria escucho a mis pacientes y determino la causa de su dolor, si está es física o psicologica o psico somático. Cuando es físico lo alivio y ya. Cuando es psico somático lo trato de menguar de la mejor manera.
Pero ultimamente he escuchado a mis pacientes y su dolor me ha dolido a mi también. Le pedí a Dios que me quite esta sensación y no lo hizo. Le increpé nuevamente por ello, pues así no podía trabajar y por el contrario este dolor aumentó, se hizo más intenso, me quitó la felicidad. Fue en ese momento en que me pregunté qué es lo que se desea de mí y me parece estar en camino de hallar una respuesta.
Dios me ha regalado este dolor, su sabiduría infinita actúa con amor ante la oración de mis paciente. El me pide que los ayude a levantar el madero en cada uno de ellos, pues su cruz se les ha tornado pesada y yo tengo fuerzas para hacerlo. El me pide que los mire como los vé sus ojos, que los escuche como solo él sabe oirlos, que los reconforte con una palabra de amor. Por la consulta, que no me preocupe, la cuenta fue pagada hace dos mil años.
Padre, hoy día no quiero que me quites este dolor. Sigue dándomelo, ahora sé que lo necesito para escribir mis recetas. Te amo cada día más.


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